El recién nacido se comunica y se relaciona mediante el llanto. Mediante él expresa el hambre, el frío, el dolor y la incomodidad, la necesidad de compañía, de cariño… No debe desatenderse el llanto en un niño pequeño, porque no llora para incomodar a sus padres, sino para transmitirles que algo no funciona como a él le gustaría. Normalmente, si se atiende al niño de forma precoz, el llanto suele cesar de la misma forma que empieza, sin problemas; pero si ante la insistencia del pequeño, se sigue ignorando sus peticiones, este llanto pasa a ser persistente y excesivo.
• No dejar llorar al niño. Está demostrado que los niños que reciben una pronta atención a su llanto durante los primeros tres meses de vida lloran después mucho menos.
• Si el niño continúa llorando habría que buscar la causa de forma sistemática, por ejemplo:
• Si el llanto es inconsolable y los padres no encuentran la causa tendrán que continuar calmándolo sin perder la paciencia. Puede ser necesario que los padres hagan turnos para descansar e incluso buscar apoyo familiar para poder descansar.
• Revisar la postura, para asegurarse de que el bebé no traga aire durante las tomas. Si la postura es correcta, el niño puede no tener que expulsar gases, y si se insiste, puede empezar a llorar. No se recomienda suministrar al bebé ningún tipo de infusión. El dejar llorar a los niños provoca que ”traguen” más aire, con lo cual se muestran más molestos.
• Los ruidos y movimientos rítmicos suelen aliviar (pasear en automóvil, ponerlo al lado de la televisión, lavadora en funcionamiento, extractor de cocina...).
• Durante la crisis de llanto, mantenerlo en posición de sentado hacia delante y darle masajes en la barriga con suavidad. A veces, esto les ofrece un consuelo si el dolor que les produce el malestar es de origen cólico.
• Si la crisis de llanto es súbita, acompañada de palidez (el niño se pone blanco y suda) y aparece un decaimiento intenso se recomienda acudir inmediatamente a su médico, pues esto sugiere algún problema realmente grave (invaginación intestinal, etc.).
Efectos negativos del llanto prolongado:
1- Hace que una parte del cerebro (la amígdala), que tiene el control de las emociones, llegue a una situación de estrés extremo, haciendo que el individuo se encuentre en un estado de shock. En ese estado, la capacidad de comprensión está muy mermada y no hay posibilidad de que entienda lo que se le está diciendo. Así, el decirle a un bebé que está llorando de forma insistente que le queremos y que volveremos enseguida, no sirve para nada.
2- Alteración de la parte del cerebro que se encarga del habla. Así, aunque quisiera, un niño no puede decir qué le pasa porque no puede hablar, además de que muchos todavía no saben hablar de forma fluida.
3- El estrés sobre un cerebro en desarrollo puede tener secuelas a largo plazo, como síndromes de hiperactividad.
4- Durante el llanto excesivo se genera una serie de hormonas debido al shock del abandono y del lloro, y precisamente esas hormonas muchas veces causan el vómito. O sea que, no es que el niño vomite “porque es muy listo” o “un manipulador” y “quiere llamar la atención” sino, porque su cuerpo genera una respuesta al maltrato en forma de cóctel de hormonas que le causan un vómito involuntario.