Las mujeres embarazadas experimentan muchos cambios en su cuerpo, pero también en su filosofía para afrontar la vida. Durante la gestación se produce un aumento en las necesidades de energía, es decir, de macronutrientes, y también de minerales y vitaminas.
Este aumento en las necesidades nutricionales se debe a que hay que cubrir las necesidades vitales propias y sumar a estas las del futuro bebé que se está formando. Es por ello que en el periodo de Embarazo y lactancia muchas mujeres acudan a una alimentación saludable y que complementen estos hábitos con suplementación nutricional, farmacológica o incluso de productos para el cuidado de la piel. Y a todo esto hay que sumar rutinas adecuadas de buenos hábitos en el descanso y la actividad física.
¿Cuáles son las vitaminas y minerales más importantes durante el embarazo?
El listado de minerales y vitaminas que han de formar parte obligada de la dieta de una mujer embarazada es muy elevado. El ácido fólico, el hierro, el yodo, la vitamina B12 y la vitamina D son algunos de ellos.
Son básicos para mujeres embarazadas sanas, pues hay que dejar claro que si existe algún problema de salud, las recomendaciones se deben individualizar y ajustar a las directrices del personal sanitario cualificado. A su vez, todo el esquema nutricional, con los hábitos de ingesta, ha de estar validado por un nutricionista que controle en todo momento valores de nutrientes, así como el desarrollo del bebé y la salud de la madre por parte de especialistas médicos.
Junto con el ácido fólico y el resto de minerales y vitaminas citadas aparecen la vitamina A, el calcio, el zinc, el cobre, el fósforo, el magnesio, el resto de vitaminas del grupo B, los ácidos grasos omega 3 y las vitaminas E, C y K.
Ácido fólico, la suplementación estrella durante la gestación
El ácido fólico es una vitamina del grupo B que se denomina así cuando se presenta de forma sintética. Si es de origen sintético pasa a nombrarse folato. Esta vitamina no se almacena en el organismo, así que si su consumo no es habitual, la sangre carecerá de ello.
La principal fuente alimentaria de los folatos son los alimentos de origen vegetal. Esto haría pensar que, llevando a cabo una dieta rica en vegetales, que no vegetariana, podría ser suficiente. Pero no ocurre así en las embarazadas, que requieren más aporte de ácido fólico para formar glóbulos rojos, aumentar el crecimiento del tejido maternal, las proteínas y el ADN.
Un déficit de ácido fólico en el embarazo se asocia a problemas futuros en el bebé, como riesgo de peso bajo al nacer, partos prematuros y defectos en el tubo neural. Esta estructura se forma en el embarazo y recubre el sistema nervioso, además de formar el cerebro y la médula espinal. Si el tubo neural no se cierra correctamente, el bebé puede nacer con malformaciones graves.
Vitaminas perinatales, ¿por qué son importantes?
Los suplementos nutricionales en el embarazo, cuando se trata de vitaminas, se suelen agrupar en complejos multivitamínicos que se denominan vitaminas perinatales. Como ocurre con el ácido fólico y otros tantos compuestos, la prescripción de estos productos debe ser indicada por el médico o la matrona.
Las vitaminas perinatales suelen ser ricas en ácido fólico, hierro, calcio y vitamina D, aunque hay compuestos multivitamínicos que también incluyen otras formulaciones. Su formato de presentación es muy variado, desde píldoras a cápsulas de gelatina blandas y hasta gominolas, aunque estas últimas no suelen presentar hierro en su composición.
Los suplementos y vitaminas perinatales, en especial el ácido fólico deben comenzar a tomarse al menos un mes antes de la fecha prevista del parto, y en algunos casos, incluso continuar con la ingesta habitual tras el parto y en la lactancia. La dosis de estas vitaminas perinatales ha de ser impuesta por el médico de cabecera, así como su continuación una vez nace el bebé.